NOVENA DE NTRA. SRA. DE LOURDES
jueves 10 de Febrero de 2022
OCTAVO DÍA
“Alcanzadme la pureza de alma y cuerpo, y la limpieza de toda culpa”.
Párroco: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Canto mariano (P. Pedro)
DIOS TE SALVE MARIA
1.- Dios te salve María, sagrada María, / Señora de nuestro camino. / Llena eres de gracia, llamada entre todas / para ser la madre de Dios.
El Señor es contigo y tú eres la sierva / dispuesta a cumplir su misión. / Y bendita tu eres, dichosa te llaman / a ti, la escogida de Dios.
Y bendito es el fruto que crece en tu vientre, / el Mesías del pueblo de Dios, / al que tanto esperamos que nazca / y que sea nuestro rey.
Segunda voz Y CORO:
María he mirado hacia el cielo / pensando entre nubes tu rostro encontrar, / y al fin te encontré en un establo / entregando la vida a Jesús Salvador.
María he querido sentirte / entre tantos milagros que cuentan de ti, / al fin te encontré en mi camino / en la misma vereda que yo.
Tenías tu cuerpo cansado, / un niño en los brazos durmiendo en tu paz.
María, mujer que regalas la vida sin fin.
2.- Tú eres santa María, eres nuestra señora / porque haces tan nuestro al Señor. / Eres madre de Dios, eres mi tierna madre / y madre de la humanidad.
Te pedimos que ruegues por todos nosotros, / heridos por tanto pecar. / Desde hoy hasta el día final / de este peregrinar.
Segunda Voz y CORO:
María he buscado tu imagen serena / vestida entre mantos de luz, / al fin te encontré dolorosa, / llorando de pena a los pies de una cruz.
María he querido sentirte / entre tantos milagros que cuentan de ti.
Al fin te encontré en mi camino, / en la misma vereda que yo.
Tenías tu cuerpo cansado, / un niño en los brazos durmiendo en tu paz.
María, mujer que regalas la vida sin fin.
Cierre: Dios te salve María, sagrada María, / Señora de nuestro camino.
Acto de Contrición (P. Pedro)
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa en el alma haberte ofendido, por ser Tú tan bueno y digno de ser amado. Te prometo, ayudado de tu gracia, nunca jamás volver a pecar. Amén.
Lector 1: Oración inicial para todos los días
¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder a la llamada, que en la persona de la humilde Bernardita has hecho a todos tus hijos, me coloco ante Ti para escuchar con atención tu voz, exponerte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me deseches, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atiende únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón y renovado la pasión de tu amadísimo Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos. Amén.
Lector 2: Meditación
Digna de consideración es la manera de brotar el agua de la fuente milagrosa. Primeramente, empieza el agua a abrirse paso gota a gota, poco después es ya un hilito apenas perceptible; y creciendo sin cesar llega a formarse una fuente que arroja diariamente más de cien mil litros de agua. La oración tiene que ser perseverante. Por eso dejan de recibirse muchas veces las gracias y favores que se piden al Señor y a la Santísima Virgen, porque no se piden con constancia, pues por razones misteriosas no se conceden de ordinario sino después de instar y de perseverar en la oración. Las gracias que uno recibe a la manera de la fuente milagrosa, generalmente no producen cambios repentinos, por cuya razón se ha dicho que nadie de repente se hace santo, así como ninguno llega de un solo golpe a ser sumamente malo.
El Papa Francisco nos invita a perseverar en la oración. La oración debe ser tenaz: «Quien llama a la puerta de su corazón con fe y perseverancia -dice el Papa- no está decepcionado. Dios siempre responde, siempre». Continúa el Papa explicando que “…Hay que rezar siempre, incluso cuando todo parece vano, cuando Dios aparece sordomudo y parece que perdemos el tiempo. Aunque el cielo se nuble, el cristiano no deja de rezar. Su oración va de la mano con la fe. Y la fe, en tantos días de nuestra vida, puede parecer una ilusión, un trabajo estéril. Hay momentos oscuros en nuestra vida y la oración parece una ilusión. Pero practicar la oración también significa aceptar este esfuerzo”. El Santo Padre entrega como ejemplo el caso cuando una persona le dice al sacerdote: «Padre, voy a rezar y no siento nada… Me siento tan, con el corazón seco, con el corazón seco, que no sé…», en estos casos “…debemos continuar, con esta fatiga de los malos momentos, de los momentos en que no sentimos nada”….Muchos santos y santas «han experimentado la noche de la fe y el silencio de Dios» y han sido perseverantes…”. Es en estos momentos cuando hay que continuar en la oración, porque “… nadie está solo porque Jesús reza con nosotros”, «…Nos acoge en su oración, para que podamos rezar en Él y a través de Él. Y esto es obra del Espíritu Santo».
Teniendo esto presente, no dudemos del Señor, que es justamente en circunstancias como estas cuando puede concedernos gracias eficaces, que produzcan en nuestras vidas una transformación súbita, y que de ordinario nos las concede según es nuestra cooperación y correspondencia a ellas. En todos los días ¡cuántas veces habrá Dios tocado nuestros corazones!… ¿Y será posible que permanezcamos sordos y no acudamos a sus llamamientos…?. Acudamos, entonces, con prontitud a la oración y dispongámonos para el encuentro profundo con el Señor en la adoración eucarística. Una fuente abundante de todas las gracias tenemos en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Es el Autor de todo bien, Jesús, quien desde la sacratísima Hostia nos dice: «Venid a Mí todos.» Acerquémonos a esta fuente del amor divino para apagar la sed que sentimos por las cosas de la tierra, y no desear sino las celestiales y eternas.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.
Párroco: Comenzamos el rezo del Rosario. Meditamos en este día jueves los misterios luminosos.
Lector (a): Rezo del Rosario
Canto mariano: (P.Pedro)
1.- El Ángel del cielo anunció a María / que Dios la escogía; / toda la tierra callaba, / porque un lirio florecía.
CORO: EN MI DIOS, MI SALVADOR, / ME SALTA DE ALMA DE GOZO; / PUES EL SANTO Y PODEROSO, / HA HECHO EN MI MARAVILLAS, / POR SER PEQUEÑA Y SENCILLA.
2.- ¿Cómo lo tendré si no estoy casada? / Sólo desposada con el señor San José / más a mi Dios creeré.
3.- El Ángel contesta: No temas María / para su venida te cubrirá con su manto / el Espíritu Santo.
4.- Se inclinó la Virgen, con santo temor, / en adoración / y respondió: que así sea / según el Señor lo desea;
5.- y el Verbo Divino encontró morada / en niña guardada / entre todas las mujeres / una sola inmaculada.
Lector 3: Parte histórica
El agua que al principio tan tenuemente brotaba de las entrañas de la tierra iba paulatinamente aumentándose hasta llegar a ser una fuente caudalosa. Las gentes, impulsadas por una secreta inspiración, acudían a beber de aquella agua; y hasta los enfermos, declarados muchos de ellos por la ciencia como incurables, al ser bañados, sanaban de sus dolencias. Con estos prodigios, sumado al entusiasmo religioso, acrecentaban por momentos la devoción; y el pueblo, a pesar de que la Aparición no había dicho quién era, creía que no podía ser otra que la Madre de Dios. Bernardita, que ansiaba también saber quién era la hermosa Señora, al verla el 25 de Marzo, como siempre, rodeada de luz indescriptible y con una bondad sin igual, se atrevió a decirle:
«Señora, ¿tendréis la bondad de decirme quién eres y cuál es vuestro nombre?».
La bendita Aparición sonrió sin contestar. Animada por su benevolencia, Bernardita insistió: «oh Señora! ¿podrías decirme vuestro nombre?» Los resplandores de la Aparición aumentaron, como si fuese creciendo en alegría; pero tampoco respondió. Bernardita, extasiada ante esta hermosura, redobló sus instancias, pronunciando por tercera vez estas palabras: «Señora, ¿queréis tener la bondad de decirme cuál es vuestro nombre?» A pesar de tantas instancias, la Aparición permanecía silenciosa. La niña, como si una inspiración superior la guiara, por cuarta vez dijo: «¡Oh Señora! os lo suplico, ¿queréis tener la bondad de decirme quién sois y cómo os llamáis?” A esta última súplica, la Aparición desplegó las manos, suspendió del brazo derecho el rosario, abrió los brazos y los inclinó al suelo, como para indicar las bendiciones que derramaría sobre la tierra. Después elevándolos hacia el cielo, pronunció con profunda voz: «Yo soy la Inmaculada Concepción.»
Lector 1: Petición del Octavo Día
¡Oh Inmaculada María, toda hermosa, pura y sin mancha desde el primer instante de tu Concepción! Alcánzame la pureza de alma y cuerpo, para que pueda acercarme dignamente al Santísimo Sacramento del altar. Si el ciervo sediento corre presuroso a las aguas cristalinas para apagar su sed, sedienta se halla mi alma, por acercarse a ese Sacramento de bondad y de amor. Obtenedme, Virgen Santa, tal gracia al recibir mañana a tu Santísimo Hijo en la comunión; que jamás llegue a echarlo de mi alma por el pecado, porque sin Jesús, que es mi vida, mi dicha y todo mi consuelo, no puedo vivir, ni tener paz en mi corazón. Amén.
Padre Pedro: Junto con esta súplica, también presentamos las siguientes oraciones por nuestros hermanos vivos y difuntos, para que María Santísima interceda por nosotros ante su Hijo:
Sigue el Lector 1:
1.- Por las personas que están delicadas de salud, especialmente los contagiados con el Covid 19, para que con ánimo firme y uniendo su dolor y enfermedad al misterio de la pasión de Cristo, el Señor les conceda fortaleza y aumente su esperanza. Con María, Roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).
2.-Por los grupos de oración, para que no desfallezcan en su apostolado, y que puedan transmitir y enseñar a otras personas la riqueza de vida de oración, especialmente en el rezo del Santo Rosario. Con María, roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).
3.- Por todos nuestros familiares y amigos difuntos, para que el Señor sea misericordioso con ellos y los admita en su Santo Reino Con María, roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).
Se pueden agregar otras peticiones o se deja un momento de silencio para la intención personal.
Lector 2: Oración de San Bernardo
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que nunca se ha oído decir que cuantos han recurrido a vuestra protección, implorado vuestra misericordia y pidiendo vuestro auxilio, hayan sido abandonados. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen madre de las vírgenes!, corro y vengo a Vos, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a vuestros pies. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatendáis mis oraciones; antes bien, escuchadlas favorablemente y dignaos acceder a ellas, Virgen gloriosa y bendita. Amén.
Se rezan tres AVEMARÍAS, añadiendo después de cada una de las Avemarías la exclamación: «VIRGEN, DE LOURDES, ROGAD POR NOSOTROS».
Lector 3: Oración Final
Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que has mostrado a los hombres, te has dignado aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita; te ruego que también tu acción alegre mi corazón, y del mismo modo como has hecho brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.
Continúa la celebración de la Santa Misa…