NOVENA DE NTRA. SRA. DE LOURDES

03 de Febrero 2022

 

PRIMER DÍA

“¡Oh Inmaculada María! Te pedimos la gracia de que se acreciente cada día nuestra fe”

 

Párroco: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

 

Canto mariano (P. Pedro)

 

Ave María Lourdes de Francia

1.- En Lourdes de Francia / su trono fijó / la reina del Cielo / la Madre de Dios

Ave, ave, ave María…

2.- Son siempre los niños / imán de su amor / y allí a Bernardita / su gloria mostró.

3.- De Luz rodeada / y eterno esplendor / la Reina del Cielo / así apareció.

4.- Un traje vestía / de blanco color / que al talle ajustaba / azul ceñidor.

5.- Cubría su cuerpo / con gracia y decoro / precioso vestido / de níveo color.

6.- Sus pies virginales / desnudos dejó / y en ellos dos rosas / de albo candor.

7.- Un largo Rosario / que el cielo labró / sostienen sus manos / más puras que el sol.

8.- Su rara hermosura / profunda emoción / causó en Bernardita / que absorta quedó.

 

Acto de Contrición (P.Pedro)

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa en el alma haberte ofendido, por ser Tú tan bueno y digno de ser amado. Te prometo, ayudado de tu gracia, nunca jamás volver a pecar. Amén.

 

Lector 1: Oración inicial para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder a la llamada que en la persona de la humilde Bernardita, has hecho a todos tus hijos, me coloco ante Ti para escuchar con atención tu voz, exponerte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me deseches, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atiende únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón y renovado la pasión de tu amadísimo Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos. Amén.

 

 

Lector 2: Meditación

En un pequeño poblado de Francia llamado Lourdes hacia el año 1858 se producen diversas apariciones de la Virgen a una joven pastorcita de 14 años llamada Bernardita Soubirous. Había nacido en 1844 y era la primera de los seis hijos de los esposos Soubirous. Al comienzo sus padres fueron molineros, pero con el tiempo empobrecieron y tenían que trabajar como jornaleros, ganando lo necesario para alimentar a sus hijos. A causa de sus precarias condiciones económicas, no siempre los Soubirous podían pagar la renta de una casa, por lo que se vieron obligados a mudarse a habitaciones cada vez más modestas, hasta que un pariente lejano les concedió a título gratuito un edificio de su propiedad: un ambiente húmedo y escuálido que en un tiempo había sido prisión pero luego se consideró demasiado malsano para albergar a los prisioneros. Papá y Mamá Soubirous con sus seis niños debieron adaptarse a vivir allí. Bernardita era una niña amable, frágil, delicada. Había sido confiada a una nodriza a causa de un nuevo embarazo de su madre y había vuelto un año y medio después. Desde pequeña había sufrido asma y necesitaba atentos cuidados y una alimentación sustanciosa, cosas imposibles en su casa, a pesar del amor y la buena voluntad de los padres. No tenía estudios y era prácticamente analfabeta y recibió los rudimentos de la fe de unas piadosas hermanas religiosas del lugar gracias a la intervención del párroco que estaba preocupado de su preparación para la primera comunión.

Por aquellos años, además, Francia se debatía en un debate racionalista que pretendía excluir con todo lo que sonara a  sobrenatural y divino; no admitiendo nada más que aquello que estuviese fundado en el orden puramente natural, razón por la cual se negaban aspectos como el pecado original, y donde no se quería admitir la intervención divina en las cosas de los hombres. Es precisamente en esa época y en esa nación, donde Dios Nuestro Señor quiso valerse de Bernardita como instrumento suyo para confundir al mundo que ponderaba otros valores. De una niña pobre, débil e ignorante, que no sabía otra cosa que rezar el Santo Rosario, es de quien se valió Dios para vencer al mundo, confundir a los soberbios, humillar a los sabios y conseguir tan señalada victoria. En Lourdes el hecho sobrenatural es permanente, puesto que la fuente misteriosa que allí brota y los efectos asombrosos que sus aguas producen lo evidencian. Guardémonos de todos los errores, que puedan mancillar en lo más mínimo nuestra fe, avivémosla más y más cada día y repitamos con el Profeta respecto de la Iglesia, lo que él decía de Jerusalén: ¡Séquese, Señor mi mano derecha y quede pegada mi lengua al paladar antes que dejar de amarte y alabarte, oh Iglesia Santa!.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

 

Párroco: Comenzamos el rezo del Rosario. Meditamos en este día jueves los misterios luminosos.

Lector (a): Rezo del Rosario

 

 

Canto mariano : P.Pedro

“Un Día al Cielo Iré”

1.-Un día la veré/ con célica armonía / la gloria de María / dichoso cantaré.

Coro: Un día al cielo iré / y la contemplaré (bis)

2.- Al cielo Dios llevó / su cuerpo inmaculado / en cuyo seno santo / el verbo se encarnó.

3.- Gloriosa es su asunción / los cielos la coronan / por Reina y por Señora / de toda la creación.

4.- Por Madre del Señor / y Reina de los cielos / su ruego poderoso / es gracia y bendición

 

Lector 3: Parte histórica

Hace pocos años apenas era conocida en el mundo una población situada en la falda de los Pirineos; nadie la nombraba, permaneciendo en la oscuridad del olvido y entre las nieves que coronan sus montañas.

Era el once de febrero de mil ochocientos cincuenta y ocho, cuando una sencilla y humilde niña, por nombre Bernardita, al intentar pasar el Gave que corre al oeste de Lourdes para recoger, como su hermana María y otra amiga de ésta, un poco de leña, entre las sinuosidades de las rocas de Massabielle, oyó un ruido como de suave brisa, que lentamente agitaba las ramas de los árboles. Levanta su vista, y sus ojos no distinguen objeto alguno; se reproduce la agitación en las ramas y vuelve a mirar; a sus ojos aparece entonces una visión celestial. Una Señora rodeada de una claridad que brilla más que el sol, pero que ni daña ni ofusca como éste, sino que por el contrario atrae y admira; una Señora de incomparable hermosura, cubierta con un velo blanquísimo, más que la nieve que se halla en la cima de las próximas colinas, y ceñida con un cinturón azul. Los pies de tan admirable hermosura descansan en la roca, rozando ligeramente el ramaje de un rosal silvestre, dejando ver sobre cada uno de ellos una rosa de oro. Sus manos cruzadas tenían un rosario, cuyas cuentas de alabastro, engarzadas con cadena de oro, se deslizaban entre sus dedos, guardando, sin embargo, un silencio misterioso. Los ojos de la excelsa Señora se habían fijado llenos de benignidad en la niña, que se hallaba asombrada, extasiada y como fuera de sí. Aquella hizo la señal de la cruz, y la niña entonces tomando su rosario, empezó a rezarlo, durando la visión celestial hasta que lo terminó; y concluido, la celestial aparición volvió a la eterna morada, de donde había venido, dejando en pos de sí un rayo luminoso, que al poco tiempo también se desvaneció.

Lector 1: Petición del primer Día

¡Oh Inmaculada María! Te pido humildemente la gracia de que se acreciente más y más cada día nuestra fe, destierra de entre nosotros todos los errores, y haz que nuestro País y el mundo tengan siempre como su mayor gloria vivir en la fe de tu Santísimo Hijo.

Se pueden agregar otras peticiones o se deja un momento de silencio para la intención personal.

 

Lector 2: Oración de San Bernardo

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que nunca se ha oído decir que cuantos han recurrido a vuestra protección, implorado vuestra misericordia y pidiendo vuestro auxilio, hayan sido abandonados. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen madre de las vírgenes!, corro y vengo a Vos, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a vuestros pies. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatendáis mis oraciones; antes bien, escuchadlas favorablemente y dignaos acceder a ellas, Virgen gloriosa y bendita. Amén.

Se rezan tres AVEMARÍAS, añadiendo después de cada una la exclamación: «VIRGEN, DE LOURDES, ROGAD POR NOSOTROS».

Lector 3: Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que has mostrado a los hombres, te has dignado aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita; te ruego que también tu acción alegre mi corazón, y del mismo modo como has hecho brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.

 

 Continúa la celebración de la Santa Misa…