NOVENA DE NTRA. SRA. DE LOURDES
domingo 06 de Febrero 2022
CUARTO DÍA
“A Ti acudo, Señora, con el corazón desgarrado por el dolor de mis culpas”
Párroco: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Canto mariano (P.Pedro)
1.- El Ángel del cielo anunció a María / que Dios la escogía; / toda la tierra callaba, / porque un lirio florecía.
EN MI DIOS, MI SALVADOR, / ME SALTA DE ALMA DE GOZO; / PUES EL SANTO Y PODEROSO, / HA HECHO EN MI MARAVILLAS, / POR SER PEQUEÑA Y SENCILLA.
2.- ¿Cómo lo tendré si no estoy casada? / Sólo desposada con el señor San José / mas a mi Dios creeré.
3.- El Ángel contesta: No temas María / para su venida te cubrirá con su manto / el Espíritu Santo.
4.- Se inclinó la Virgen, con santo temor, / en adoración / y respondió: que así sea / según el Señor lo desea;
5.- y el Verbo Divino encontró morada / en niña guardada / entre todas las mujeres / una sola inmaculada.
Acto de Contrición (P.Pedro)
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa en el alma haberte ofendido, por ser Tú tan bueno y digno de ser amado. Te prometo, ayudado de tu gracia, nunca jamás volver a pecar. Amén.
Lector 1: Oración inicial para todos los días
¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder a la llamada, que en la persona de la humilde Bernardita has hecho a todos tus hijos, me coloco ante Ti para escuchar con atención tu voz, exponerte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me deseches, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atiende únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón y renovado la pasión de tu amadísimo Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos. Amén.
Lector 2: Meditación
Deseo grande es el de la Santísima Virgen, que se ruegue por los pecadores. Y ciertamente no puede menos de ser así: creado el mundo por Dios para su gloria; hecho el hombre a su imagen y semejanza, y redimido después a costa de la sangre preciosísima de su Santísimo Hijo, está en el deber de honrarle, servirle y reverenciarle; recemos unos por otros, especialmente por aquellos que están alejados de Dios. El Papa Francisco nos insta a rezar con fervor. Decía en una catequesis en diciembre de 2020: “A la oración le importa el hombre. Simplemente el hombre. Quien no ama al hermano no reza seriamente. Se puede decir: en espíritu de odio no se puede rezar; en espíritu de indiferencia no se puede rezar. La oración solamente se da en espíritu de amor. Quien no ama finge rezar, o él cree que reza, pero no reza, porque falta precisamente el espíritu que es el amor…”.
“Cuando un creyente, movido por el Espíritu Santo, reza por los pecadores, no hace selecciones, no emite juicios de condena: reza por todos. Y reza también por sí mismo. En ese momento sabe que no es demasiado diferente de las personas por las que reza: se siente pecador, entre los pecadores, y reza por todos. La lección de la parábola del fariseo y del publicano es siempre viva y actual: nosotros no somos mejores que nadie, todos somos hermanos en una comunidad de fragilidad, de sufrimientos y en el ser pecadores. Por eso una oración que podemos dirigir a Dios es esta: “Señor, no es justo ante ti ningún viviente…—esto lo dice un salmo: ‘Señor, no es justo ante ti ningún viviente’, ninguno de nosotros: todos somos pecadores—, todos somos deudores que tienen una cuenta pendiente; no hay ninguno que sea impecable a tus ojos. ¡Señor ten piedad de nosotros!”. Y con este espíritu la oración es fecunda, porque vamos con humildad delante de Dios a rezar por todos. Sin embargo, el fariseo rezaba de forma soberbia: “Te doy gracias, Señor, porque yo no soy como esos pecadores; yo soy justo, hago siempre…”. Esta no es la oración: esto es mirarse al espejo, a la realidad propia, mirarse al espejo maquillado de la soberbia”.
“El mundo va adelante gracias a esta cadena de orantes que interceden, y que son en su mayoría desconocidos… ¡pero no para Dios! Hay muchos cristianos desconocidos que, en tiempo de persecución, han sabido repetir las palabras de nuestro Señor: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34)… La Iglesia, en todos sus miembros, tiene la misión de practicar la oración de intercesión, intercede por los otros. En particular tiene el deber quien está en un rol de responsabilidad: padres, educadores, ministros ordenados, superiores de comunidad… Como Abraham y Moisés, a veces deben “defender” delante de Dios a las personas encomendadas a ellos. En realidad, se trata de mirar con los ojos y el corazón de Dios, con su misma invencible compasión y ternura. Rezar con ternura por los otros. Todos somos hojas del mismo árbol: cada desprendimiento nos recuerda la gran piedad que debemos nutrir, en la oración, los unos por los otros. Recemos los unos por los otros: nos hará bien a nosotros y hará bien a todos”.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.
Párroco: Comenzamos el rezo del Rosario. Meditamos en este día domingo los misterios gloriosos.
Lector (a): Rezo del Rosario
Canto mariano: (P.Pedro): El Ave María de Lourdes
1.- Del cielo ha bajado la Madre de Dios,
Cantemos el ave a su concepción.
/ AVE, AVE, AVE MARÍA. / (2)
2.- Del verbo divino, de Cristo Jesús,
Santísima Madre, María eres tú.
ESTRIBILLO.
3.- El Ángel que envía el Dios eternal,
saluda a María con voz celestial.
ESTRIBILLO.
4.- De gracia eres llena, Virgen sin igual,
alivia la pena del pobre mortal.
ESTRIBILLO.
5.- Hacia ti clamamos, hechizo de amor;
aquí veneramos contigo al Señor.
ESTRIBILLO.
6.- De tu casto seno bendito es también
el fruto risueño, Jesús, nuestro bien.
ESTRIBILLO.
7.- Otra Inmaculada el mundo no vio;
tu estela sagrada seguir quiero yo.
ESTRIBILLO.
Lector 3: Parte histórica
La noticia de las apariciones, así como la promesa que había hecho Bernardita de ir al lugar de las manifestaciones durante quince días, se había extendido por toda la comarca. De todas partes acudían a la Gruta, y millares de personas al salir el sol, el día 21 de febrero se hallaban reunidas, esperando ver lo que en las rocas de Massabielle se verificaba.
La niña por su parte, cumpliendo la promesa hecha a la Señora, y atravesando por medio de la multitud, sin afectación, pero también sin perturbarse, llega a las proximidades de la gruta. A los pocos momentos se desfiguró su rostro, volviéndose radiante; todas sus facciones se elevan, y como si penetrase en una región superior, expresaban sentimientos que no son de este mundo. La boca entreabierta, estaba como petrificada de admiración; sus ojos fijos y bienaventurados contemplaban una hermosura divina que ningún otro veía pero que todos presentían, viéndola, por decirlo así, en la reverberación de la cara de la niña.
A su lado se hallaba el Dr. Dozous y al verla en esta situación, la observa detenidamente, le toma el pulso, y después de un rato exclama: «No, esta no es la rigidez de la catalepsia; aquí no hay excitación febril, ni el éxtasis inconsciente de los alucinados; aquí hay un hecho extraordinario completamente para la medicina.»
En aquel momento, la niña arrodillada da algunos pasos, y avanza en esta actitud, hacia el interior de la Gruta. La Madre de la misericordia pareció recorrer con mirada triste la tierra. Bernardita, al verla llena de dolor, exclama: “¿Qué tiene Usted? ¿Qué es preciso hacer?”
Responde la excelsa Madre de Dios: «Rezar por los pecadores». Entretanto el corazón de la inocente pastorcilla se llena de amargura, por ver el dolor que manifestaba la Santísima Virgen en estos momentos; cambiando de una fisonomía radiante a una de indecible tristeza, al tiempo que de sus ojos se desprendían dos gruesas lágrimas que ruedan por sus mejillas, y que se detienen sin caer hasta la tierra.
Lector 1: Petición del Cuarto Día
¡Oh Madre del amor hermoso, del temor y de la santa esperanza! A tus pies vengo lloroso, avergonzado y confuso. Yo soy el que con mis pecados llené de amargura tu corazón y de tristeza tu rostro. A Ti acudo, Señora, con el corazón desgarrado por el dolor de mis culpas y resuelto a morir mil veces antes que volver a cometerlas. Vuelve hacia mí esos tus ojos misericordiosos. Mira también compasiva a todos los pecadores y atráelos a la gracia de tu Santísimo Hijo. Amén.
Junto con esta intención personal, también presentamos las siguientes oraciones por nuestros hermanos vivos y difuntos, para que María Santísima interceda por nosotros ante su Hijo:
1.- Pedimos por todos los enfermos, especialmente por quienes se han contagiado con el Covid19. Con María, Roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).
2.-Roguemos también por los médicos, enfermeras, y personal auxiliar que trabaja en hospitales y clínicas, que el Señor bendiga su vocación de servicio. Con María, roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).
3.-Por aquellos hermanos que han partido a la casa del Padre Eterno, que el Señor los admita en su Santo Reino. Con María, Roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).
Se pueden agregar otras peticiones o se deja un momento de silencio para la intención personal.
Lector 2: Oración de San Bernardo
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que nunca se ha oído decir que cuantos han recurrido a vuestra protección, implorado vuestra misericordia y pidiendo vuestro auxilio, hayan sido abandonados. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen madre de las vírgenes!, corro y vengo a Vos, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a vuestros pies. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatendáis mis oraciones; antes bien, escuchadlas favorablemente y dignaos acceder a ellas, Virgen gloriosa y bendita. Amén.
Se rezan tres AVEMARÍAS, añadiendo después de cada una de las Avemarías la exclamación: «VIRGEN, DE LOURDES, ROGAD POR NOSOTROS».
Lector 3: Oración Final
Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que has mostrado a los hombres, te has dignado aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita; te ruego que también tu acción alegre mi corazón, y del mismo modo como has hecho brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.
Continúa con la celebración de la Santa Misa…