NOVENA DE NTRA. SRA. DE LOURDES

miércoles 9 de Febrero de 2022

 SÉPTIMO DÍA

“Santísima Virgen María! Déjame sellar la novena con una buena confesión de todas mis culpas”.

Párroco: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

 

Canto mariano (P. Pedro)

1.- Quiero caminar contigo María / Pues tu eres mi Madre eres mi guía / Tú eres para mí el más grande ejemplo / de santidad, de humildad.

2.- Quiero caminar contigo María / No sólo un momento, todos los días / Necesito tu amor de Madre / Tu intercesión ante el Señor

CORO:

Guía mis pasos / Llévame al cielo / Bajo tu manto / No tengo miedo

Llena de gracia / Ave María / Hoy yo te ofrezco / toda mi vida

 

3.- Quiero caminar contigo María / Madre en el dolor y en la alegría / Tú que fuiste fiel hasta el extremo / Fiel en la cruz, fiel a Jesús.

 Acto de Contrición (P. Pedro)

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa en el alma haberte ofendido, por ser Tú tan bueno y digno de ser amado. Te prometo, ayudado de tu gracia, nunca jamás volver a pecar. Amén.

 

Lector 1: Oración inicial para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder a la llamada, que en la persona de la humilde Bernardita has hecho a todos tus hijos, me coloco ante Ti para escuchar con atención tu voz, exponerte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me deseches, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atiende únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón y renovado la pasión de tu amadísimo Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos. Amén.

 

Lector 2: Meditación

Muy grande y soberano es el premio que está prometido a la obediencia. Bernardita ve el agua cenagosa, que en pequeña cantidad manaba en el hoyo que había hecho en la tierra; oye el mandato de la Visión de beber aquella agua y lavarse con ella, y cumpliéndolo fielmente merece que la Virgen fije en ella una mirada benigna, pagándole así con creces el esfuerzo que hizo al cumplir su mandato. Nada costará quizás tanto a nuestro orgullo, como habernos de humillar a confesar nuestros pecados al ministro de Dios. Mas, ¡Oh! Si los pecadores supiesen las delicias que están escondidas en la piscina saludable de la penitencia, ciertamente se apresurarían a lavarse en ella y purificarse de todas sus culpas; si conociesen el riquísimo don que Jesús les ofrece; si acudiesen a la invitación que les hace Jesús diciéndoles: «bebed de esta agua», se convencerían de que la alegría y paz interior que se halla en el sacramento de la penitencia, excede a toda paz y alegría humana, y que los consuelos que proporciona abundantes.

De este modo, preparémonos durante esta novena a realizar una buena confesión sacramental cuando el tiempo lo permita, y mientras tanto, podemos hacer cada día con mucha piedad el acto de contrición pidiendo la misericordia de Dios y conscientes de la infinidad de faltas por las cuales suplicamos su perdón. Este es el mejor obsequio que le podemos hacer a nuestra Santísima Madre como propósito de este día.

 

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

 

Párroco: Comenzamos el rezo del Rosario. Meditamos en este día miércoles los misterios gloriosos.

 

Lector (a): Rezo del Rosario

 

Canto mariano: (P.Pedro) Ave María Lourdes de Francia

 

1.- En Lourdes de Francia / su trono fijó / la reina del Cielo / la Madre de Dios

Ave, ave, ave María…

3.- De Luz rodeada / y eterno esplendor / la Reina del Cielo / así apareció.

4.- Un traje vestía / de blanco color / que al talle ajustaba / azul ceñidor

Lector 3: Parte histórica

Cada día crecía el inmenso oleaje de personas, que acudían a la Gruta. Arrastrados por la universal admiración habían ido muchos escépticos, librepensadores y curiosos, con el objeto de burlarse o de hallar alguna superchería indigna. En esta disposición de ánimo se hallaban, cuando el 25 de febrero se presentó Bernardita, en cumplimiento de la promesa que había hecho a la celestial Visión, de ir a la Gruta durante quince días; y sobrecogidos por una emoción inexplicable, al ver a la niña, se descubrieron y se arrodillaron como todos los demás. La favorecida pastorcilla, sin cuidarse de nada de cuanto la rodeaba, y pensando sólo en la celestial Aparición, se arrodilló y se puso en oración. Al poco tiempo su faz se transforma y todos creen ver a la Santísima Virgen, en los rayos de luz que se reflejaban en las facciones de Bernardita, a la manera que por los rayos de luz que iluminan las cumbres de las montañas, conocemos que el sol está presente en nuestro horizonte.

Una misteriosa conversación se advierte entre la Reina de los cielos y la humilde pastorcita de la tierra, no desdeñando aquella comunicar a ésta un tercer secreto, “Y ahora…”, añadió la Virgen después de una pausa, “ve a beber y lavarte en la fuente y come la yerba que brota junto a ella”. Bernardita se quedó suspensa al oír la palabra fuente, y sin apartar los ojos de la Virgen, se dirigió hacia el río, pues por aquellos parajes no había más agua que la que arrastraba el Gave a algunos pasos de las rocas.

Una palabra y un ademán de la Aparición la detuvieron en su camino. «No es ahí»- le dijo-, «yo no te he dicho que bebas en el Gave, sino en la fuente que está aquí». Bernardita empezó a escarbar en la tierra, en el lugar que le indicaba la Aparición. De improviso el fondo de aquella cavidad abierta por la niña se tornó húmeda. Un agua misteriosa comenzó a filtrarse gota a gota bajo las manos de Bernardita, y a llenar aquel hueco del tamaño de un vaso que acababa de formarse.

Aquella agua, al mezclarse con la tierra removida por las manos de la niña, no formaba en un principio más que barro. Bernardita trató por tres veces de llevar a sus labios aquel cenagoso líquido; pero por tres veces fue tan fuerte su aversión, que lo arrojó sin tener fuerzas para tragarlo. No obstante, quería ante todo obedecer a la radiante Aparición, y a la cuarta vez, venció su repugnancia, bebió, se lavó, y comió un poco de la planta campestre que brotaba al pie de la roca.

Cuando Bernardita cumplió todas las órdenes que había recibido, la Virgen fijó en ella una mirada llena de satisfacción y a los pocos instantes desapareció.

 

Lector 1: Petición del Séptimo Día

¡Santísima Virgen María, Madre mía! Acercándome ya al final de esta novena, no quiero resistir más a los llamamientos interiores que me incitan a sellarla con una buena confesión. Sí, quiero confesarme bien para recibir dignamente a Tu Santísimo Hijo el último día de esta Novena. Tú que me inspiras a este deseo, Santa Señora, suplica a tu Hijo que me conceda la gracia para poner en práctica este santo deseo, a fin de que mi confesión sea grata a los divinos ojos y mi alma quede enteramente purificada, y lleve en adelante una vida perfectamente cristiana y conforme a los preceptos de la ley divina.

Padre Pedro: Junto con esta intención personal, también presentamos las siguientes oraciones por nuestros hermanos vivos y difuntos, para que María Santísima interceda por nosotros ante su Hijo:

Sigue el Lector 1:

1.- Pedimos por todos los enfermos y por quienes cuidan de ellos. También pidamos por los agentes de la pastoral de la salud, ,para que anuncien con entusiasmo al Señor a nuestros hermanos que están delicados de salud. Con María, Roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).

2.-Por quienes se preparan para recibir los sacramentos de iniciación cristiana, especialmente los niños y jóvenes que recibirán la primera comunión, para que se preparen adecuadamente y haciendo una buena primera confesión antes de su comunión sacramental. Con María, roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).

3.- Por todos nuestros familiares y amigos difuntos, para que el Señor sea misericordioso con ellos y los admita en su Santo Reino Con María, roguemos al Señor. (Escúchanos Señor, te rogamos).

 

Se pueden agregar otras peticiones o se deja un momento de silencio para la intención personal.

 

Lector 2: Oración de San Bernardo

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que nunca se ha oído decir que cuantos han recurrido a vuestra protección, implorado vuestra misericordia y pidiendo vuestro auxilio, hayan sido abandonados. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen madre de las vírgenes!, corro y vengo a Vos, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a vuestros pies. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatendáis mis oraciones; antes bien, escuchadlas favorablemente y dignaos acceder a ellas, Virgen gloriosa y bendita. Amén.

Se rezan tres AVEMARÍAS, añadiendo después de cada una de las Avemarías la exclamación: «VIRGEN, DE LOURDES, ROGAD POR NOSOTROS».

 

Lector 3: Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que has mostrado a los hombres, te has dignado aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita; te ruego que también tu acción alegre mi corazón, y del mismo modo como has hecho brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.

 

 

Continúa con la celebración de la Santa Misa…